El pingüino es un animal fascinante. Anda erguido cómicamente por la nieve en un difícil equilibrio. No sabe volar para ser un ave y nada ágil sin ser un pez en un medio que no precisamente es el suyo. Todo, un aparente dislate. Toda, una lección magistral de adaptaciones.
El día amanece con una niebla blanca, espesa e intensa. No hay direcciones posibles. No hay información. Me asomo por la ventana y el edificio de enfrente ha desaparecido. No se revela al sentido de mi vista alguna estructura, algún patrón.
La rotación y la traslación en la boira son continuas. Todo es simétrico.
El día se empieza a abrir. La luz empieza a disipar las nubes y los perfiles del edificio de enfrente aparecen tenuemente. La simetría se ha roto. De forma explícita se ha desplegado a la vista lo que de forma implícita y presente permanecía plegado a la misma.
No hay casualidades posibles. No hay encaje de piezas. Todo no estaba, todo empieza a estar, todo estaba, todo será…
Cuando una simetría explícita se despliega de forma instantánea y la percibimos, esta simetría rota nos habla del fenómeno de la sincronicidad.
Un paralelismo a-causal. Un
tiempo no lineal. La revelación de un patrón oculto a nuestra densidad. A la
alta densidad de nuestro plano material.
El espacio tiempo se puede
doblar es una incursión en la sincronicidad escrita que encierra una gran
verdad. El guiño cómplice de atención que el universo te muestra a través del
patrón del amor: La manifestación consciente del espacio continuo por el que
nos movemos.
Vuelvo al inicio de esta entrada
orquestada rítmicamente. Afirmo somos como los pingüinos tratando de adaptarnos
en un medio hostil que a lo mejor no es precisamente el nuestro.
El despliegue de algo interior al
exterior que se te muestra súbitamente obedece a algo. A una forma individual que,
aun en un colectivo, siendo el mismo en ese ahora, evoluciona desde los
patrones plegados presentes en cada célula individual de su cuerpo y de la vida
misma.
Una Travesura amnésica edulcora
en una nube plúmbea de leche un café oscuro. Algo se muestra, florece y crece.
Se nos permite despertar (que en el fondo es reírse de uno mismo) en un
instante.
A que el pensamiento se alíe con
lo sentido, para que la lógica y el razonamiento trabajen con tu parte
emocional en un maravilloso juego advertido.
Corroborando desde miradas
diferentes, las tuyas, conjunciones imposibles, señales de vida, resplandor de
tu Ser que envuelve los principios universales de la creación.
White Mischief
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