Leo a otros y como un lector olvidadizo releo, me releo a menudo, para hilvanar y cerrar o recordar algunas costuras abiertas de narraciones críticas.
Pérez es ese ciudadano ejemplar que desde su palco de vecindario ve este virus mutando, que al igual que con el ébola allá por el 2014, el horror de las pateras encallando por nuestras playas o los datos que sonrojan y aun acompañan a la humanidad, pareciera permanecer inmune.
Decido oírme, o reinventar este bucle, si es que al escuchar y recordar lo escrito, se transformen estos mediante el sonido de unas cuerdas vocales y se logre provocar un cerco de bordados de consciencia que penetren de otro modo y modifiquen sus actuales estructuras aletargadas.
Y es que, si mucho ya está a término, aunque no sé si aprendido, lo dicho sigue circulando por renglones vacíos, vestigios anticipando como un ojeador en el terreno que intuya huellas de pisadas, claves y cauces inadvertidos que nos orienten.
Las puertas 60 y 3 conforman el canal de la mutación, estructura limitante, en mi caso restrictiva, ante las nuevas posibilidades desde pulsos que ordenen la confusión y abracen algo nuevo, evolutivamente hablando, quien sabe si eficaces saltos cuánticos de consciencia que en alguna medida ya sea en lo personal o interpersonal nos afecten.
En pleno apogeo de la pandemia en abril de 2020 en “cerca de ti” en un tránsito solar¹ se recopilaron narraciones de silencios incómodos.
Poco más que decir salvo releer o escuchar y adivinar si nos vemos, o no, reflejados en estos audio I espejos o seguimos mirando para otro lado desde nuestra incipiente consciencia.
Si de la desmemoria de estos latidos esenciales se usurpan silencios de palabras escritas que a través de la voz en algún momento nos muten.
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