Cuatro o cinco libros llegaron a
mis manos de la mano de mi padre y me introdujeron en el apasionante universo
de las novelas de aventuras.
El siguiente paso fue devorar muchas
joyas literarias; Verne, Twain, Stevenson, Scott, Cooper, May, etc. Lo hice a
través de los comics. La editorial Bruguera publicó un total de 130 títulos que
cada domingo que salían comprábamos por 20 pesetas. La emoción de cada ejemplar
en mis manos la recuerdo como un maravilloso subidón de adrenalina. 300
ilustraciones a todo color eclipsaban, junto con la incipiente y distractora
tele, toda posibilidad de leerlas en su publicación original, lo cual supongo
me hubiese inoculado el veneno de escribir y dedicarme de lleno a la
literatura. Aunque económicamente no pudiéramos comprarlas, las bibliotecas
existían. Pero lo visual tiene un poder, falso poder, más fuerte que la capacidad
de enriquecerte, transportar e imaginar que posee la lectura escrita. Esto lo
aprendí con el tiempo y seguramente tampoco mostré mucho interés por ello.
Unos cuantos años después a
finales de los ochenta, hubo una eclosión del mundo editorial que se lanzó a
publicar comics. Los compraba todos: Cimoc, Metal Hurlant, Vértigo, Totem,
1984, Comix Internacional, Rambla, Madriz. Mi aislamiento y desbordante
fantasía crecieron exponencialmente y en paralelo, a mis estudios
universitarios.
Me reconozco distraído en un
universo paralelo creado por la lectura, donde la condición humana, las
historias creadas por historietistas como Carlos Giménez o el tándem
Jodorowsky/Moebius, te llevaban a conocer desde las duras condiciones que se
soportaron en la España de la guerra civil, a las fabulosas historias de
ficción de John Difool a la busca del Incal.
Entre medias parece ser, como
hoy, que existieron guerras entre países, crisis económicas, desigualdades,
escándalos financieros, avances científicos, grandes películas, victorias de
fútbol, vacaciones en agosto, cumpleaños, suspensos, alegrías, miedos y distracción,
mucha distracción.
Un buen día me soltaron en el
mundo real, para ganarme el sustento y poder criar, cuidar y alimentar a los
míos. En este mundo real me rodeé de gente diferente. Gente que entendía de
cumplir objetivos en la empresa, de trabajar para ganar dinero, que sabía cómo
utilizarte para sus fines. Gente muy bien adaptada al medio. La bofetada fue
mayúscula. Me agarré a los lados de un barco en plena tormenta.
Pasé a la introspección interior
cuando la crisis personal se apoderó de todo. Internet eclosionó y la
posibilidad de acercarte a otros planos y a otros mundos fue ya imparable. La posibilidad de introducirte en la
madriguera de tu mundo interior desde el trabajo silencioso, desde la música a
tu alcance, no tuvo precio, ni remuneración, ni ganas, salvo de compartirlo con
todos. Un universo exterior que nunca me
interesó porque me refugié en mi mundo interior y que, cada vez me interesó más
porque cada vez que lo conocía más, entendía, porque nunca, desde mi
inconsciente, quise hacerle caso.
Hoy 15 de agosto, con media
España, en fiestas, el camino continúa. Ahora en vacaciones, toca reposar y
repasar lo leído. El universo es mental, un primer principio a entender. Y
entender, lo dije más arriba, es tener algo en la mente. Mi mente quiere porque
busca y descubre, porqué encuentra y sigue, porque entiende, aunque recién iniciase
su sendero y le quede mucho por recorrer y aprender en esta vida y de esta vida.
Rememoro esto dé a continuación
que escribí hace ya unos años:
“Encontré el momento, me
desmarqué de las líneas marcadas por otros, encontré el mío. Creé los espacios,
los hice míos, acaricié lo invisible, lo hice mío, giré y roté sobre mí mismo,
me paré, paré de nuevo, escuché atentamente, vi atentamente, percibí
atentamente, lo hice mío. Respiré, respiré de nuevo más profundamente, de nuevo
miré, miré atentamente, se mostró, cerré los ojos, fui cuidadoso, hice mío esos
momentos, los hice eternos, los hice vuestros, os los regalé, sonriendo
internamente, manifestándolo externamente, dejándoos ver, dejándome ver,
dejándoos querer, y en esos instantes…. Traspasé la línea, supe que la armonía
se equilibra sola, respira sola, fundé sola, sentí lo que es la vida, que es lo
que tiene vida, que es TODO, porqué TODO ES y TODO lo ES, por qué nunca dejó de
SER. Y lo hice mío y fue vuestro y fue de TODOS…”
El TODO es ESPIRITU que en sí
mismo es INCOGNOSCIBLE y ENTENDIBLE pero que puede ser concebido como una mente
INFINITA, UNIVERSAL e INDEFINIBLE.
Un maestro dijo: «El que capta la
verdad de la naturaleza mental del universo está bien avanzado en el sendero
hacia la maestría» y añado con humildad y convicción que nunca es tarde y que
siempre se puede encontrar ese momento en la vida.
Mientras seguiremos distraídos.
Yo así estuve mucho tiempo.
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