En mi particular búsqueda personal ya advertí que necesitaba de la presencia de la puerta 51ª que no poseía. Expresado en “diamantes conectados” también corroboro que preciso de la puerta 53ª para encontrarme con el fruto de las "experiencias que maduran”. Ambas puertas completarían mis anillos de humanidad y búsqueda¹ caso de poseerlas.
Arrancamos ayer en el ocaso de la tarde con la puerta 40ª ubicada dentro del anillo de la alquimia² en su línea uno. La línea uno de cualquier puerta es fundamentalmente investigadora de introspección consciente e impulsa en mí esta fuerza de voluntad energética.
La precise también y busque, en su importancia, como par programado y conformando el Canal de la Comunidad al mismo tiempo arranca la línea tres³ de la puerta o Clave 37ª. Hablé ya de esta clave en la "terminación encarnada". La línea tres de cualquier puerta es de adaptación inconsciente "mártir" que manifiesta la verdad de lo que no funciona.
Y es que como modo de aprendizaje me detengo en todas y cada una de las puertas que, en especial las portadas⁴, exploro, por tratar de fijar, en su circular paso, su luz, que no será su instante efímero presente a mi mirada diferenciada.
Retrocedo. No es que me haya
olvidado. En aquel día del mes de junio (era la noche de San Juan) ritualizamos,
tras reunirnos y ver un partido de fútbol de la Eurocopa, quemamos y saltamos
en la noche en una improvisada hoguera llenos de buenos deseos y conjuros ante
el mal.
Las formas paganas transmutaron
la simbología del proceso de redención bautismal de alabanzas del creyente, en
loas de fuegos purificadores.
A la lógica de la inocencia (al
menos del año pasado) cercana desde el niño a la sabiduría del saber último, se
gestó, y así quedó escrito mi particular
manera de asegurar, contemplar y enfocar mis procesos, el propio proceso
yuxtapuesto de la encarnación. Casi diría el mayor acto creativo que como
humanos nos podemos permitir, que es gestar (que es crear) y es nacer (que es
vivir):
Aventuro que donde uno habita y se
detiene (tu morada) fijas la luz en su curso o tránsito circular que te afecte o no. Y es así como nos lo dice Jung: "El cuerpo-espíritu
natural cristalizado en el discurrir del tiempo al actuar sobre las fuerzas
opuestas del yang y el yin, concentra su luz en el punto que se denomina la
flor de oro".
Y así de forma natural a la lógica de la encarnación en su cristal de personalidad se transformó a mi admirada visión en el cristal de diseño del día de San Juan:
Reordenando a mi manera siguiendo fases estacionales (invierno,
primavera, verano y otoño) se arrancó con el bufón pagano de "bromas plúmbeas", seguido de luces bautismales que conquistan a la oscuridad, Sol de marzo que llega a su
punto más alto en el cielo, para pasar a saltar por encima de llamas (fuegos purificadores) y acabar
por sentimientos compasivos del mes de septiembre que empieza. Ya que en unos días lo fijado
me hablará de estigmas piadosos en los que nunca me fijé.
Saber, crear, alabar y amar⁵, las funciones humanas versadas por Louis Cattiaux en su libro: "El mensaje reencontrado" que personificadas se corresponden con el sabio, el artista, el creyente y el santo, y que a lo mejor discurran entre ciclos estacionales mitológicos de inviernos, primaveras, veranos y otoños.
La reunión de dos partes desde el signo reconocido (el símbolo) precisa de llaves que permitan abrir las cerraduras que cierran puertas. De semillas germinales que crezcan y den frutos.
Y así será que el secreto de la flor de oro consista en ocupar y aprehender, ya que, al contemplar un instante, tan sólo observas la voluntad divina⁶ de lo incognoscible de un espacio delimitado que reclama tu atención que, sin duda, así lo expreso en el tiempo, ya verá...
Avishai Cohen Trio
Almah Sleeping
1. Puertas del Anillo de la búsqueda. En rojo mi diseño. En negro mi personalidad, en negrita la no portada. 15, 39, 52, 53, 54, 58
La liberación. La puerta de la soledad. El punto de transición entre la lucha y la liberación.
40.1. Recuperación. La capacidad de relajarse y de disfrutar de los frutos de la propia labor. La fortaleza del ego para disfrutar la soledad.