Guilhem de Peitieu (duque de Aquitania) allá por el mil ciento once (año arriba, año abajo), es considerado el primer «trovador» reconocido en la historia. «La douce vois del rossignol sauvage» le cantaba a sus musas, sensuales y escandalosas (para el poder eclesiástico de la época) poesías de amor.
Otro poeta, este posterior escocés y bardo Robert Burns allá por el mil setecientos ochenta y pico (año arriba, año abajo) fue pionero en su país del romanticismo.
Antes, hace tiempo, al final de cada año me preguntaba que porqué será que las cosas rara vez suceden a cómo las planeamos y planteamos de inicio. Pero al inicio de un nuevo año, tras los brindis de las uvas, lleno el saco de propuestas de salud y deseos personales también le sucede algo parecido.
Será que, si se desean, a veces se cumplen y otras, las más, no. La iniciación de algo aun en su indeterminación e ignorancia a veces, cómo acto creativo, lo conjugo cíclicamente con lo lejano a la espera de cerrarlo o acabarlo en el plazo que me fijo, que no sé muy bien porqué sólo responde a lo que siento y escribo.
Y lo digo divisando en lo más remoto y escondido, lo plutoniano, al final en el 64 hexagrama (el de la confusión) que anhela en mi abrir la puerta de un saber superior, no sin la convicción que cerrar ese trayecto es imposible:
Una pulsión sentida de siempre, cada segundo, hora, cada día, mes y año.
Pero lo inicial y magnético, y lo distante, se reconocen en equilibrio en los extremos de cada viaje, este sí, el único, que planeé, o se planeó, al nacer a la vida. Dos polos, dos caras de una misma moneda, que se necesitan y se repelen, paradojas, pero que sin duda atraen y reúnen a unos e indefectiblemente alejan, en su aura, a otros.
Encojo los hombros, resignado, para aquellos que no me entiendan: ¡Que se la va a hacer!
Para acercarnos a otros mundos, el codón del
triptófano lunar de mi naturaleza emocional compleja, navega por la humildad
aceptando precisamente esos rechazos. Se conecta con una amiga inconsciente de idéntica
naturaleza que también se deleita y sabe de su percepción desarrollada,
soñadora, idealizada, romántica e intensa. Le ayuda a comunicar su naturaleza
compleja (también trovadora), analítica, creativa y eléctrica de mil
anécdotas inéditas. Y su energía, por justa y permanente, sé (lo se de este año pasado) nunca se acabará mientras
viva.
Al inicio del año entre capitolios asaltados,
alertas rojas y nevadas históricas, temperaturas posteriores heladoras y terceras olas taquicárdicas, hoy, arranco de
nuevo. Lo de menos es o será que nos traerá este año. Seguro que algo se experimentará.
Y a ti te regalaré en el año, cantaré, mandolinas, timbres poéticos de tu “gift of delight” De ti
dependerá dejarte acariciar sin más por la dulce voz de este también, a veces, retórico ruiseñor salvaje. Perseveraré en darte mi amor y te impactaré y acierte o no, te
dejaré huella. No te quepa duda.
Buscaré mi particular santo Grial. No lo
planeo, planteo, ni es un deseo. Es mi naturaleza esencial y se cumplirá lo quiera o no, quieras
o no, en este o en cien años venideros, porque responde a mi forma y trayecto
elegido, y así sé, y he y has de aceptar.
Bienvenidos seáis aquellos que me leéis ―sensibilidades afines―, y para aquellos que os unáis a este nuevo inicio de hazañas épicas, valgan pues besos cariñosos nunca olvidados, a todos, de este vuestro aprendiz, trovador humilde cálido y amoroso bardo espiritual.
Rosslyn Chapel
[Robert Burns – Ae Fond Kiss]
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