“Se custodia, salvaguardan, alimentos que por amor entre iguales de seres queridos se reparte. Un amor cimentado con cuidado y esmero a la vez iluminado nos recuerda una lucha:
La de la libertad y presencia del Ser”
Construyendo croquetas iluminadas. Diciembre 2018
(A mi abuela y a mi madre (ambas Isabel) y a mi mujer, por hacer las mejores croquetas del mundo)
Aquí estamos ayer y hoy observando todos los ganchos solícitos. Tratando no sé si de contagiarme o de dejarme contagiar y llenar mí cuenco de alimentos aceptando tanta energía transitada de los mundos sutiles. El universo viviendo la vida (el atman encendido) a través de mí. De experimentar que se siente, la dirección del Ser que te pide, en tu centro, aprecies por direcciones correctas, si pudiera, en mi línea (quien sabe si también la tuya) ayudar.
Las
configuraciones de ambos días, y creo que en los sucesivos, son propicias. Van
a saco sin miramientos como si estuviese informando en medio del ojo del huracán
con el micrófono en mano, el mar embravecido y las palmeras combadas. Ayer cuatro de mis seis puertas centrales conexionadas salieron a recibirme, hoy tres fluyendo
y otra importante que se dejará para la semana próxima.
Aclaro que lo de contagios no va de virus actuales. Por ayer distingo a mediodía, lunas conectando tierras sublunares y escoltando al Sol presente (entrando electromagnéticamente en carga con la diosa del amor) de tránsito. La tierra mirando a Neptuno y mi Sol de inicio iluminando al planeta rojo queriendo guerrear. Por hoy ligeras variaciones.
Y el que no lo crea que no lo
lea.
Y
el Centro de mí de Ser definido como nunca. Al menos por estos días diciendo: ”no
hay de qué preocuparse yo te conexiono e ilumino”
O lo experimentas in situ, lo interpretas y te sobrepones, o te alineas y lo dejas pasar, ―me dije. De ti depende.
Que hay tortura de tanta energía, o cómo bien
me recalcaron de usos inadecuados de motricidades y sistemas musculares
implicados, pues entiende que esto es así. No hay parto sin dolor, transito sin
molestias, o aprendizajes sin experiencias negativas.
¡Espabila!, que esta semana toca esto.
Me explico:
Ambos días había dormido poco presa de un suplicio a causa del nervio ciático que ni los ibuprofenos paraban por la noche. Me vi ayer, cosa absurda, llenando la bañera de agua caliente a las cuatro de la mañana para aliviar el foco del dolor.
Por la
mañana con un resacón de descansos partidos y sueños perdidos, deambulaba por
la casa presa de ensoñaciones difusas, lamentando mi triste situación, contestando
unos WhatsApp de un amigo (que me advertía de a qué me enfrentaba en unas horas)
con lo primero que me venía a la mente, desvariando pese a sus esfuerzos, a la
espera de dar sentido a lo que pasaba y si/o dejaba pasar el día.
Deduje
lo primero, dada la situación, que las circunstancias no me lo iban a poner
nada fácil. Pero acepté el reto. No dejaría pasar esta ocasión. Este iba a ser
el escrito (no apto para no iniciados), más directo de mi Ser.
Se
me pedía contribución a mayores, a la humanidad misma (entendámonos), no de
dinero, que aquí en mi humilde hogar de eso hay poco, sino de alimento. Pero
alimento que empoderase de verdad.
¿Y
cuál era mi recurso?
Mi
recurso sólo era abrazar, establecidos canales, iluminar nuestra cohesión en
esta maya o Ilusión vivida, y que, de mi locura retozada libremente y
experimentada, me dejase llevar a algo.
Ayer
me llegó la hora de comer con la ciática adormecida que me llevó de cabeza al
sofá de la siesta con una sutil amenaza de un nervio, engañado por
antiinflamatorios trabajando a destajo, con ganas de pelea. De ahí poco que
rascar. Resucité. Intentaban de nuevo motivarme con tres vídeos que
corroborasen y me iluminasen en tan conexionado día. Me levanté, no sin
esfuerzo, me dejé llevar. Empecé a escribir:
Titulé: "compases y rangos humanos". Ahí lo dejé, había que preparar la cena.
Hoy, tras una noche menos dolorosa de vientos amainados donde comer más tranquilos, precisé:
"al compás de rangos humanos"
Si
el lunes de comida hubo garbanzos del cocido, para hoy el alimento del día (por
inevitable) sería, croquetas de la sobrante y sopa de fideos.
Que
lo escrito ya estaba escrito, transitado, dicho y experimentado (y no por hoy).
Que todo esto estaba vivido, permaneciendo abierto y respondiendo a la vida. Que
la dirección de mi Ser me pedía en mi rango de percepción humana, jerarquías
máximas de sentidos que custodiasen las llaves, era cierto.
Y
abrí con una de ellas la puerta maravillosa de reflexión que encabeza este
escrito, ahora si cabe todavía más importante de un saber superior que, aun
cerrando en su día otro escrito, no cerrase estos días, que dejase su saber
abierto de par en par y arrancase con otra de las llaves, el coche alimentado de
energía con el depósito lleno de cabeza a la dirección elegida.
Y cerré el círculo con decisión fijando el centro con la punta y deslizando suavemente el compás:
“La vida, pensó mientras un arrugado clínex se acercaba a su rostro, no es más que un viaje de aprendizaje“.
salió a recibirle. Diciembre 2014
título: Human Range
artista: Nils Frahm
El rango es la diferencia entre dos valores ordenados. Uno máximo y otro mínimo. Un valor también.
El
infinito (valor máximo) es indeterminado. El menos infinito (valor mínimo) es
indeterminado. Luego en su diferencia se cumple que:
∞
- ∞ = indeterminado
El compás es un instrumento que sirve para trazar círculos o arcos y también para tomar distancias. Para acotar un rango que esté delimitado.
En “Al compás de rangos humanos”, esa delimitación es una distancia con un valor diferenciado.
Un
humano que en su diferencia muestra la expresión del Ser, de su ser, la Consciencia
misma, acotada a sí misma en su indeterminación infinita para hacerse
consciente en este plano a través de uno.
La
vulnerabilidad de un humano expuesto a una indefinición, a un infinito de máximo
potencial que en definitiva tan sólo por ser, se manifiesta en otro rango, tan
inabarcable como definido, paradojas, en su propio y único valor.
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