Quito las raíces del denominador.
Elimino su presión. Siento este impulso. Reduzco conceptos. Suprimo radicales.
Conjugo y multiplico para buscar equivalencias que abrevien lo complejo. Abrazo
emociones aun a sabiendas que justifiquen o encubran, no siempre, errores de interpretación.
Cada cual tiene sus vivencias.
Para el niño esponja el palo se transforma en un brioso corcel, en el machete que corta espesuras por vegetaciones frondosas, también en el lápiz de la tendida orilla. La ficción no sabe de realidades. Todo está filtrado. La realidad no se sustenta en ver para creer, todo lo contrario, discurre por rectas paralelas juntándose en el infinito, en ese creer para ver. Te lo repito:
Creer o crear para ver. Percepción de estados conjugados
en primera persona.
Hoy simplifico y relaciono dos vivencias. Dos
sacudidas vividas: Una antigua despertada y coincidente, otra reciente también coincidente y precisa. Soy el hombre atento, el niño
esponja impregnado de trayectorias. Un héroe guardián de la Marvel ordenando neuronas de un
hipocampo incansable que quiere comprender.
Fue el día del terremoto de Japón. Si, ese trágico día gritando antes del amanecer. Lo recuerdo bien. Un sueño de almas, visionado de observaciones de un sentirte observado. Llantos de agarrarse a la vida y no querer soltarse. De no saber entonces como dice Rudd que:
“La gran verdad que llega con el 53º. Siddhi
es que la vida consiste en interminables principios, pero que no hay fin.”
El otro fue reciente, muy reciente, de inspiraciones de un premio nobel de literatura (la poetisa polaca Wislawa Szymborsca) alentando palabras y frases de ese constante “no sé”. De su nacimiento coincidente un dos de julio con publicaciones exactas, ante mi asombro, de hace un año. De nuevo cito a Rudd:
“El don de la 53ª de la expansión demanda que los individuos
trasciendan sus opiniones personales, sus visiones, y que intenten comprender
que les está sucediendo”
Si, definitivamente afirmo como Aristóteles que somos individuos “Megalopsychos” en proceso de un constante aprendizaje.
Ahora
solo hace falta que te lo creas. No es un error de interpretación. Es tan
sólo la expresión ecuánime, reducción pura, objetiva, de una vida expresada en
fracciones, número infinito de partes, que logre expandirse y reconocerse en la Unidad.
Y mi fracción personal suprimiendo denominadores, racionalizando, siempre da treinta y tres.
Pat Metheny & Charlie Haden
No hay comentarios:
Publicar un comentario